Mijas en la Historia

La presencia de seres humanos en el municipio se remonta a hace más de 20.000 años, durante el Paleolítico Superior, época a la que pertenecen los primeros vestigios indicativos de poblaciones neandertales provenientes del norte del continente o pobladores neolíticos venidos de África.

No sería hasta la llegada de los fenicios a estas tierras (900 a.C), que se asentaron preferentemente en las desembocaduras de los grandes ríos del sur peninsular, cuando se crearon los primeros asentamientos de poblados indígenas, en particular en la Finca Acebedo, en la Roza de Aguado e incluso se han descubierto evidencias de un santuario fenicio-púnico en la zona de La Muralla en Mijas pueblo.

Durante la dominación romana de la Península, se observa un importante poblamiento urbano en Mijas (por aquel entonces denominada Tamisa), aunque diseminado, atraído por la riqueza minera de su sierra (especialmente de mármoles), asentamientos que florecieron junto a las principales vías romanas que atravesaban el término municipal, singularmente el tramo del ramal costero de la vía Augusta que discurría entre Malaca y Gades. Numerosas villas rurales y comerciales surgieron entonces y hoy constituyen importantes yacimientos arqueológicos en proceso de recuperación como los de Cortijo de Acebedo, la villa del Chaparral, Haza del Algarrobo o villa de la Butibamba, entre otros. De la importancia del enclave constituye una buena muestra que en la Geografía de Ptolomeo, geógrafo y astrólogo de la Escuela de Alejandría, se detallaran con exactitud algunos de estos lugares.

A partir del 711 d.C. las tierras de Mijas pasan a estar bajo una órbita de influencia islámica, tras la entrada de una importante fuerza militar integrada por árabes y bereberes dependientes del califato Omeya y con ello se inició un proceso de arabización lingüística y cultural que se extendería durante más de 700 años. A lo largo de esta etapa y hasta el momento de la conquista por los Reyes Católicos, Mixas, como se llamó durante aquel período, experimentó un importante crecimiento económico y demográfico. El desarrollo agrícola que experimentaría toda al-Andalus favoreció que proliferaran las alquería a lo largo de todo el municipio a pesar de lo cual su población apenas superaría los 200 habitantes en torno al año 1492.

Tras la conquista se repartieron numerosas tierras entre medio centenar de familias cristianas, se declaró en 1501 la villa de Mijas exenta del pago de impuestos (alcabalas) para favorecer lo asentamientos y se edificaron diversos baluartes defensivos (torres vigías) para controlar y prevenir las incursiones de los piratas norteafricanos: torre de Calahonda, torre Nueva, Torre-Batería y torre de Calaburras, todas ellas en la zona costera. Uno de los primeros edificios que constuyeron los nuevos habitantes fue la Iglesia de la Inmaculada Concepción, finalizada en 1631, y que presenta como característica más relevante el origen militar de la torre que hoy sirve de campanario y que sirvió de refugio a los habitantes del pueblo.

Durante los siglos XVII y XVIII la población creció exponencialmente hasta alcanzar los 4207 habitantes en 1786, en buena medida como consecuencia del desarrollo de la explotación de mármoles y falsa ágata de su sierra, utilizados entre otros en la construcción de la Catedral de Málaga, del Palacio Arzobispal de Sevilla y la Sacristía de la Iglesia de San Pedro de Granada. Junto a esta actividad, se generalizó la producción y exportación de higos que, no obstante, sería progresivamente siendo sustituida por las plantaciones de vides (lagares y toldos de pasas).

En 1841 se produciría la segregación de una parte del municipio creándose el de Fuengirola. Durante el siglo XIX, a la actividad económica clásica, se le uniría la de numerosos molinos de papel (que se añadirían a los existentes desde hacía varios siglos para la fabricación de aceite o pan), aprovechando los importantes acuíferos de la sierra que afloraban en la zona de Osunillas y en el propio núcleo urbano de Mijas.

La “arquitectura del agua” constituye uno de los elementos más característicos del municipio. Esto es, la proliferación de acequias, albercas, norias, pozos, molinos y batanes que alcanzarían su máximo apogeo en torno al año 1948 (en ese año, había en Mijas más de 200 km de acequias, a modo de ejemplo).

Aunque en la primera mitad del siglo XX algunas familias de recursos procedentes del norte de Europa ya se afincaron en el término municipal atraídas por la suavidad de su climatología (la temperatura media del mes de enero es de 12º C y de los meses de estío no suele superar los 24º C), sería a partir de los años 50 cuando el municipio experimentaría una profunda transformación de la mano del turismo y se convertiría en uno de los pueblos más conocidos de todo el Mediterráneo, donde se dieron cita presidentes, literatos, empresarios, artistas o estrellas de cine, por citar sólo algunos. No obstante, la villa conserva en la actualidad buena parte de su esencia y sus rasgos más tradicionales, especialmente cuando el sol comienza a languidecer, desaparecen la mayoría de los visitantes y el pueblo recobra el pulso de otras épocas, el ritmo de siempre y se puede deambular por sus calles en soledad apenas compartida con los vecinos que abren las puertas de sus casas para regar sus plantas, baldear su pedazo de calle y, de paso, dejan entrever los misterios de una forma de vida que parece propia de algún siglo lejano…